Se parapeta detrás del tentador muro de sandías a las 7. Y permanece debajo del toldo naranja que cubre el puesto hasta la medianoche. La silla playera en la que Víctor Silvestre espera a los clientes eventuales apunta hacia la rotonda en la intersección de la ruta 304 con la variante de Alderetes (la que está adornada con la vieja cosechadora amarilla elevada sobre un pedestal). "Pasó hace dos semanas: venía una moto por adentro de la rotonda y un auto se metió y la chocó; yo lo fui a ayudar al chango, que terminó con el tobillo destrozado. La culpa la tuvo el del auto", describe. Fue uno de los accidentes de los que tuvo el dudoso privilegio de ser testigo. El testimonio de Víctor se suma a lo que vecinos, conductores, expertos en tránsito y funcionarios afirman: el desconocimiento de las normas es una de las principales causas de accidentes en las rotondas de las rutas tucumanas.

Víctor hoy vende sandías, pero destaca que en el pasado fue camionero. "Acá gana el más fuerte: nadie tiene idea sobre cómo usar la rotonda. En cambio, salís de Tucumán y es otra cosa", sentencia. Mientras el vendedor de 45 años habla, al este de Alderetes, en la zona sur de Banda del Río Salí los obreros trabajan para terminar la nueva rotonda que funcionará en la intersección de la ruta 9 con el Camino del Carmen, frente al hospital del Este.

Este tipo de ordenadores de tránsito en las rutas (entre los que se destaca el de acceso a Famaillá) generan detractores y promotores. "Algunos proyectistas se oponen mientras que otros las alientan", admite Jorge Gastiazoro, titular del distrito Tucumán de Vialidad Nacional.

"No son un obstáculo, porque agilizan el tránsito y evitan las encrucijadas", afirma Rubén Molaies, experto en tránsito y ex funcionario de la Municipalidad de Concepción. Entonces, ¿por qué sigue habiendo accidentes?

María Liliana Monteros vive en el Camino del Carmen, a menos de 50 metros de la rotonda que está siendo construida frente al hospital del Este. "Era repeligroso el cruce con la ruta 9. Por suerte nunca sufrí un accidente, pero conozco a varios vecinos del barrio que sí. Ojalá que la rotonda nos dé más seguridad. Pero tengo dudas, porque el tránsito es una locura: pasan autos, camiones, bicicletas, motos, colectivos... Cada uno hace lo que quiere", describe al subirse a su Renault 9 gris. Tiene razón: según datos de Vialidad Nacional, por allí circulan más de 10.000 vehículos por día.

Víctor Talavera, instructor de Tránsito de la Municipalidad de Las Talitas (capacitado por la Agencia Nacional de Seguridad Vial) es claro: alrededor del 50% de los aspirantes a obtener la licencia de conducir que participan de los cursos de Educación Vial no saben cómo actuar cuando llegan a una rotonda. "Se la construye para sortear ciertas falencias de la vía y organizar el tránsito. Pero si no se la usa correctamente pierde sentido. El que tiene prioridad es el que está circulando por ella. Pero muchas personas creen que la tiene quien gana la calle primero", explica.

"Hace dos meses, dos chicos medio tomaditos agarraron la curva muy rápido con la moto y rodaron. También los tuve que ayudar", continúa Víctor con su rosario de recuerdos trágicos. Son tantos los accidentes y las infracciones de las que fue testigo detrás de las sandías que parece que cuando empieza a enumerarlas no va a terminar más.